Ese ser de viento y sal,
ese primer fuego obstinado,
ese nublado cristal roto,
ese camino a sí mismo abandonado.
Duerme bajo el definitivo umbral.
Rueda con las estrellas del diamante,
trenza a la tierra sus raíces.
Deja un árbol en la noche recostado,
su sangre es un canto
en el nublado cántaro del silencio.