El latido yace
cubierto en ausencias,
haciéndose polvo
en esta hibernación forzada,
con el decreto de sed
en los labios.
Esta erosión
que corrompe el tiempo
y marchita la flor,
la sequía que danza
entre hojas ocres.
El tallo hecho cadáver
y la corola confundida en la tierra,
las manos hurgando el pecho
buscando un consuelo
y el milagro de una lluvia
que no se logra…
Tú,
causante de mis lluvias
alimenta mis ríos,
mis lagunas,
mis humedales…
Ven…
lluéveme pronto,
inúndame en caricias,
haz caso a la danza
que hace este corazón esperanzado,
aferrado a la vida que puede darle
tu torrencial presencia.
Ven,
que urges,
Ven,
que dueles,
¡Ven!,
que faltas…
Admirable delicadeza para crear atmosferas próximas a lo divino, con la sensualidad en predominio del gesto que hace el poeta en la ilustración de sus universos.- Aplaudo.
Uno debe agradecer la percepción y la forma en que describe los versos de esta pluma…
Siempre su opinión es tanto objetiva como generosa Domingo y eso queda muy presente.
Muchas gracias y gran abrazo. @ludico1964