Hago un surco en el tiempo
para sembrar esperanzas.
Abro la puerta,
llueve…
Aparece,
silencioso
y casi siempre,
a tiempo.
Quiebro la loza vieja
y sirvo sobre la nueva,
me siento a la mesa
frente a mi invitado.
No tiene rostro
se alimenta de ‘quizás’
recién horneados
que he preparado en sus jugos.
Sirvo una copa de anticipos
cosecha de añoranzas del 2010,
lo mejor de mi cava,
un sabor fino,
romántico, aterciopelado,
afrutado,
y con un toque muy seco al final.
Degusto
dibujamos charlas,
frases, sonrisas,
sobre el mantel.
Me disculpo…
No dio tiempo
de preparar entrada de este menú.
[No es sencillo pescar intentos,
escurridizos, rápidos,
y algunas veces escasos].
Serviré el postre…
Son añoranzas
bañadas en crema dulce,
montadas sobre una conserva
de experiencias.
Como alternativa
tenemos brownies
a la pentagrama
o bien tartas de poesía
con un toque de café.
Mi invitado hace reverencia
agradecido y se marcha.
Nunca opina del menú
el Señor Pretérito
es así
[pero si le agrada
siempre manda flores
y botellas de bebida fina
de su cava “La abundancia”].
Una transfusión de sentimientos donde la palabra es el vehículo revitalizador, quizás con cierta tensión del aire y del espíritu (como diría Valéry) pero invitando a esas reverencias que hizo el señor pretérito. —Un pergamino gigante para su personalidad de poeta.
P.D. Lo extrañaremos poeta en el festival, pero lo comprendemos al igual que comprendemos a otros ausentes.
Apreciado Domingo, hay episodios de la vida que son inexorables y que a veces nos impiden coincidir, les extraño también y el no atender al llamado deja una espinita clavada en mi interior esta ocasión.
Muchas gracias por tu siempre apreciada crítica y sobre todo por la visita, reciban un abrazo con todo cariño tú y todos quienes hacen posible el evento.