Hoy sin señas y a la sombra
asfixiada tengo el alma,
y el recuerdo de su ausencia
no me deja de aturdir.
Me acompaña una plegaria
dando vueltas en la boca,
y un cenicero caliente
donde pierdo el porvenir.
¿Qué dejarán las ausencias
al fondo en los espejos?
Inefables manuscritos
que jamás se dejan ver.
Cartas jugadas, perdidas,
enmudeciendo en el viento,
varias botellas vacías,
y una copa sin servir.