Deja que el baile de tus sueños
baje desde tu monte hasta el mío,
que se detenga justo a mi lado
y me mire con los ojos claros,
como mira la luna llena
cuando se acuna a los niños.
Que se calmen los temores
de tus labios resentidos,
que la pena no ocupe espacio
entre tu cuerpo y el mío.
Deja que tu canto fluya
alegre, cálido y tranquilo.
Deja que el suspiro
de tus labios rojos
pierda el miedo y el sentido,
que viaje a mi costado
y, cogidos de la mano,
andemos juntos el camino.
Que se acalle tu llanto
y que discurra sereno
hasta fundirse con el mío.
Seamos fuente,
seamos agua,
seamos gotas de rocío.
“Deja que el baile de tus sueños
baje desde tu monte hasta el mío,
que se detenga justo a mi lado
y me mire con los ojos claros,
como mira la luna llena
cuando se acuna a los niños.”