Nos quisimos en un pequeño
espacio sin tiempo.
Dos corazones en una baldosa
proyectándose en las paredes.
Veintisiete metros,
cocina americana,
un armario, una cama
y un aseo.
Sobre aquella mini chaise longue
moríamos de amor.
Progresamos,
nos mudamos.
Un gran salón comedor,
dos baños,
tanta habitación…
Creció la casa
y la distancia.
Cada vez más lejos,
más separados.
Moría el amor.
Y tú y yo
tan solos,
arrojando el corazón por la ventana,
evitándonos en los pasillos,
rebotando en las paredes…
… colgando en la fachada
un maldito cartel de SE VENDE.
Revelación cronologica monumental
Merman los besos y el amor
Y asciende el capital
No es que sea yo colectivista
Pero el interés en la moneda
En exceso, nubla la vista.
Aplausos para los carteles dónde dice
Se ama.
Todo este texto está apretado de poesía, no hay hueco vacío en ninguna palabra, ninguna esquina de letra que no se haya llenado de poesía. Deja entrever como iceberg, que allá atrás, hay un mundo de sentimientos y amor, hay torrentes, tierra fértil y abundante para seguir haciendo crecer poemas.
Ahhh!!! Que expresividad tan palpable, tan abrumadora, todo un descenso al desamor, estremece el “Se vende”, con toda una historia entre sus paredes y sus almas, amiga!!!
Tan tristemente cierto, cuando se deja morir el amor no importa el tamaño de la casa, cuando se acabó se acabó y ya no queda más que repartir el resultado del progreso, que ni eso pudo hacerlos feliz.
El más temido amor muerto.
Muy conmovedor. Abrazos