Danos el hogar, todo
en la mesa;
el sermón
montaña abajo
tiene en herencia a todos
prójimos
en persignación.
Sobre el hambre es demás.
Entonces
no vayas al mendigo después de soñar
calle a calle.
Deja la multitud de pie en un milagro,
porque tu cruz
como un sucio maniquí
lleno de culpas
Quemado el oro del mundo.
porque los muertos
el miedo
en crematorios.
Los vivos
mueren después
de las 3 de la tarde.
No me olvido,
desde un cielo mezquino
otro ídolo y el edén.
Quita al predicador, el perdón.
no te salves, esta vez.
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Ahh que poderosos versos amigo, parecen sentenciar la vida y la muerte, muy bueno con mucha fuerza, un abrazo Martín!!!
Pd: En un poema de Enid creo que te respondido a tí, en vez de a ella, disculpa.
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Versos que son sentencias! Un rezo que se queda en el aire latiendo…
Saludos, Martín!
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Muss
4
cuanta intensidad en los versos Martín, le encontré varias aristas a su matiz reflexivo. Un placer de lectura. Felicidades
Abrazo fuerte
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Bello texto con matices muy poderosos… Un gusto leerte de nuevo, Martín… ¡Abrazo!
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