¡Me encantó el final!
¡Me encantó todo el poema, en realidad!
Pero el final me hizo recordar una foto de un lugar árido con una pequeña flor blanca (creo que la he publicado) …es como la vida recuperando su espacio.
Gracias, Martín! Me dijiste lo del final tan fuerte…y era verdad. Cuatro ojos ven más que dos. No venía al caso…
Lo he editado y cambiado, amigo, no me gustaba.
Un abrazo fuerte!
Que belleza, esas ruinas que tan líricamente te han inspirado con todo su pasado refulgente y todo su hoy en ruinas, ese paso del tiempo que tanto a la obra humana como al propio ser nos pasa factura, amiga,!!!
Eres maravillosa, María.
Leyéndote parece fácil haber llegado hasta ahí, pero todos sabemos lo complicado que es escribir como tú lo haces.
Aunque todo el poema es una maravilla, me quedaré en ese final, agarrándome a la vida.
Que tengas un bonito fin de semana y consigas sobreponerte a este calor sofocante
Uno de los temas favoritos de aquellos románticos del XIX,como bien sabes,eran las ruinas de castillos y ciudades. Les inspiraban los versos más sentidos,los más terribles y,a la vez, los más bellos. Tú,al igual que ellos,te has identificado con ese paisaje derruido para mostrarnos tu estado de ánimo y,a través de los versos,hacer que esas ruinas brillen de nuevo con luz propia. Solo los buenos poetas son capaces de conseguir algo así.