Almas que vagan,
desdeñadas de principios
en soledad ensimismada,
dejan caer el azul cobalto
de sus corazones cristalinos.
Invisibles batallas
libradas a la luz de las sombras
de oscuras horas sin días,
melancolías de penumbra
carcomidas por el sigilo
del torbellino padecimiento
abrazado a las circunstancias.
Dejan abierto
el sumario de las necesidades
al verdadero heroísmo,
embelesamiento
por experiencias inútiles.
Agridulce espiral
de un eterno retorno,
de un retrato perdido.