Una luz de tarde tarde se cuela por la ventana.
Vuelan las cortinas, me despierto.
Abro los ojos.
Ráfagas de viento desorientadas.
Me levanto.
Un plato de pasta, una cerveza.
¿Dónde la puerta?
Las calles estrechas se alejan del mar
empujadas por el río de personas sin cabeza.
Los jilgueros aprovechan el silencio.
Avanza un pasillo oscuro desde la orilla.
Gente paseando solitaria, habitando en el reverso
de una mano.
Sobre la noche, como una sombra, cae la noche,
y se calla el trinar entre las ramas.
El espacio se puebla de tigres y princesas.
Camino cabeza abajo, los ojos rodando por el suelo.
Edith Piaf suena en una estrella.
Ríe la luna,
y los ríos sin cauce hacen camino, sin destino.
Es cierto que hay algo sublime en el vacío.
Algo luminoso se desprende de lo oscuro.
El aire huele a plata y cobre.
Es madrugada, calle arriba.
Con un soplo de sal vuelve la vida.
La gente recupera la cabeza.
Mis ojos se giran hacia el cielo.
Un café, pan con mantequilla.
Llega la luz y yo cierro las cortinas.
…
Calles de mar.
El verano y su luz
duermen los sueños.