Un dolor se avecina
en lucha desigual
tornados amagan besos de arena.
Por rendijas, el aire fracturado
merodea abrazos desgajándose
olfatea soledades
en lechos tibios todavía
de amores migratorios.
Repta a veces
onda profunda
terremoto que aflora agrietándolo todo.
Testarudo búmeran el dolor
astutos espirales
que el corazón expulsa infructuoso.
Cuantas veces lo tiras
una y otra vez golpea de regreso
como un resorte
hasta la fatiga
hasta volar en añicos su sostén.
Trueno hinchándose sin sentido.
Un becerro perdido muge.
Entre las nubes un tren ruge.
Reverbera el llanto contenido.
Caricias atascadas en fango de olvido
vuelos imposibles en aire tan espeso.
Polen de besos girando sin destino.
Suspiros a punto de ser disecados.
Aún en invierno se gestan ciclones.
A resguardar alas quebradizas
cantos desmembrados por remolinos.
Todo iba bien
pero ni el cielo detuvo subversivos.
Ni Dios
el pensamiento puro
sometió ciertos enigmas.
Y han caído Ángeles
renegando de todo bien
auto desterrados del más puro amor.
Que no cayeras tú
-simple mortal
caderas de luna y brasa-
quemando todos los besos en tu caída
para darte el brillo final
de estrella fugaz.
Qué puede hacer este puñado de células palpitantes
atormentadas de la vitalidad de la sangre.
Cómo petrificar gorgonas con espejos rotos.
El cielo es un paredón de telarañas
pegajosas
donde los sueños cuelgan como moscas.
Y tu,
con la serenidad del frío
el poder engreído de la noche más oscura
das media vuelta
sin importar aquella jauría de dolor y miedos
acorralando
mordisqueando todo lo amado.