Las hojas de la mañana siempre traen noticias tuyas.
Cada rama, cada charco, cada rastro en el pavimento cotidiano
habla de ti.
Recorto los fragmentos y te reconstruyo
en esta parte del mundo en el que habito.
Es tarea lenta, artesanal.
¡Pero qué hermoso verte nacer,
como si tu piel brotara de mis dedos!
En el reverso de tus notas, te escribo de mí.
Mis heraldos son las aves migratorias,
el regreso del terral, el vapor
de la ciudad que nos separa.
Quiero creer que tus manos
también saben descubrirme en mis recortes.
Que soy las piezas de lego sobre el piso
de tu cuarto. Y que en las tardes
me haces crecer frente a tus ojos,
recuperar el espacio en tu cama,
volver a ti.
Es un poema muy delicado, en ocasiones nos gusta “recortar fragmentos” y reconstruir pasados, cosas, momentos a nuestro antojo. Muy buen poema. Abrazos
Toda la razón en lo que dices, ese “reconstruir pasados”, no siempre recomendable, pero a veces también necesario. Aunque los versos nacieron de un presente… hoy están en ese pasado que también reconstruimos. Gracias por la lectura, @varimar