Llega en silencio y sin aviso
preludio de sensatez
viene a explicar
que el amor no se compra, ni se transa
que no va incluido en las esquinas
cuando se vende húmedo el órgano
en nombre del hambre y la sed.
Viene a exculpar los no pudores
que rompen a latigazos la culpa,
invisible la costumbre
busca dónde quedarse a vivir
acomodando sus amorfas protuberancias
en pantanosos charcos al amanecer.
La noche facilita la transacción
lejos, esperan dos hijos
un cafiche y el catre propio donde
el amor verdadero
balbucea inconsciente,
agoniza antes de crecer.
Claudio Ernesto