Quizás en un rincón de mi cerebro
se oculte alguna pizca de optimismo,
que a obviar no se preste ni un requiebro
sin que caer me importe en el cinismo.
Será que libre estoy del masoquismo
que malogrando esté mi vida entera,
si al escribir decido por mí mismo
liberar de prejuicios mi sesera.
Quizás un poco loco yo lo fuera
cuando a glosar me puse poesía,
por liberar la hiel de mi chistera
que a diario mis litigios reprimía.
Quiera Dios que ese don no me abandone
porque desengañado, ni razone.