Intento fingir un nuevo horizonte
donde comprender el deseo
que anida sin objeto ni futuro,
sin la avidez necesaria.
Una apacible máscara
tras la vitrina de mis soledades,
bajo la corteza de la piel,
en la que, incómoda, habito,
anida una fuente de luz inagotable
y una desnudez sin maquillaje
y sin cadenas.
En el mañana, dejo mis esperanzas
y en el día a día mis rutinas
para que todo calle y continúe
tras el bálago de la sequía.
Hoy en mi vivir todo es calima,
pesada y bochornosa,
áspero tiempo
sopor árido sin sosiego,
sin pétalos ni rosas
sobre las páginas de un libro.
¿Cuánto tiempo más esperaremos
para vivir la plenitud?
Será que en la oscura noche
sabiéndonos frágiles y desnudos
incoamos el proceso de existir
protegiéndonos de los impulsos,
de la espontaneidad pasional
de vibrar, de soñar, de existir,
impeliéndonos al agostamiento
en un desierto de lamentaciones.
Quizás, detrás del polvo,
haya un cielo azul,
mientras la muerte gira a nuestro alrededor
en un territorio de soledades…
Autor: Agencia EFE