Necesito tanto que me quieras,
dormir contigo en el centro
de un ciruelo
y despedirnos de todo aquello
perdido…
Si tú fueras Venecia
y yo un hombre,
lloraría todas las lágrimas amarillas
de los poetas.
Seguiría tus huellas
como animal herido
lamiendo mis viejos vicios
-tus ojos en tinta sucia-
como la virtud de tu alma.
Necesito tanto quererte,
bajo esta guerra sin sol
sospecho de este cielo insoportable,
la distancia entre nuestros sueños
cruzando puentes
cuando sobrevives del largo invierno
y el vértice de su indiferencia.
Fotografía de Mao Hamaguchi.