Tomé el poco de amor
que me quedaba
lo puse en un cajón
para olvidarlo,
pero en cada ocasión
que la inconciencia
me llevaba al cajón,
a su presencia,
no me quedaba más
que recordarlo.
Tomé los restos
de aquel amor perverso
los coloqué
en un baúl morado,
y bajo un árbol
de un trillo desolado
los sepulté.
Y era ese cruel amor
tan malicioso
que el árbol se secó,
no quedó nada
del otrora ejemplar
grande y precioso.
Ya no supe qué hacer:
¡yo lo confieso!
Sólo quise escapar,
soltar el peso.
Pero de cada amor
queda experiencia,
aquella sensación
que al alma entibia
o quizás la congela;
que así se quiera
no puede remediarse,
por ventura o dolor
queda una estela.
-ALDA-
(Recuperando manuscritos olvidados, son Seguidillas “irregulares” así que clasifiqué el poema como “Verso Libre”)
Magnífica recuperación de manuscritos olvidados, querida poeta. Un gusto leerlos y disfrutar de su belleza.
“Pero de cada amor
queda experiencia,
aquella sensación
que al alma entibia
o quizás la congela;
que así se quiera
no puede remediarse,
por ventura o dolor
queda una estela.”
Querida Alda.
Siempre mostrando tu inmenso repertorio poético en cada una de tus obras.
Tus seguidilla me han encantado.
De lo hecho siempre queda una estela.
Abrazos cariñosos