Portales

Vivo en un duelo
que parece penitencia,
tengo un miedo irracional al verano
y a los teléfonos que suenan,
las voces cambian con el tiempo
y se degradan con el calor
de las aceras;
temo tragarme la mía como hielo
en el agua
y no reconocer las que me rodean
como acto paranoico
de que nadie más tiene una
y por una vez no he sido la única
con pérdidas.

No hay etiquetas en mi agenda
si es lo que te preocupa,
sólo nombres que fueron apodos alguna vez
con el fin de hacer un daño invisible
y sentirme la protagonista de la historia;
no creo que los títulos
se ganen a fuerza como libros sin abrir
durante décadas.

Respondí a la llamada
con un cuchillo apuntando a tu carótida,
podía ver el pliegue de la piel
y la sangre amontonada
en el cuello de la camisa;
relajé la muñeca
y estabilicé el pulso hacia el lado izquierdo
del día
y del pecho,
sé dónde clavar cada estaca
y apuntar cada flecha
con efecto
para atravesar el centro de la tierra
aunque no me guste estar
en guardia
a jornada completa.

Me preguntaste sobre mi vida
y no supe responder,
me pilló desprevenida y solté el cuchillo
sobre el parqué;
intenté no hablar demasiado
sobre cosas que todo el mundo
conoce
y me di cuenta de que quizá
no me reconozcas por la calle
por creer implícito
que tú sabías de mí
tanto como yo sé de tí:
mucho menos que todo
y un poco más que nada.

Me hubiese gustado hablar
de mi cabeza,
de lo que hay fuera
y lo que ocurre dentro de ella,
de que los autobuses a veces dan miedo
si no miro por la ventana
y de que la calle me paralizó
en un semáforo en rojo
que no cambiaba a verde
y parecía formar atasco
allá por donde iba;
me hubiese gustado hablar de mis ojos,
de lo que veo cada tarde
o cada mañana
dependiendo de la semana,
de por qué ya solo escribo de noche
y hay tanta poesía con referencias.

Me hubiese gustado hablar
de que pronto tendré un tercer hijo
y que no serás el primero en leer
sobre él o sobre ella,
tampoco me gustan los pronombres;
me hubiese gustado hablar
de lo que haré mañana y dentro de diez años,
el motivo por el que dejaré a la escritura
huérfana
y no me casaré en una iglesia.

Me hubiese gustado hablar
de la música que se repite y no me cansa
y si me cansa lo ignoro
porque es lo único que me conecta
con el mundo que estamos obligados
a compartir;
cuantos versos para un poema
y cuánta poesía he gastado
en ti.

Puede sonar a arrepentimiento,
te has convertido en una inspiración recurrente
y ese es el demonio de cualquier poeta,
me dijiste un amor muy profundo
que me da vergüenza pronunciar
porque no siento lo mismo
o eso me gusta decir
si no estoy sola;
la realidad es mucho más vulnerable
cuando la garganta se estropea
y calienta el pecho,
las miradas arden
y no devuelvo el sentimiento.

Nunca había llorado tan poco
y tan intenso,
nunca había reído mientras lloraba
por un vacío que no sé si es inventado
o nostálgico,
quizá he roto la verdad
y estoy creando una distopía
a partir de pequeños desprecios
que mi mente exagera;
se me olvida vivir,
se me olvida como sucedieron las cosas.

Olvidé preguntarte
y no me sentí culpable,
y no me gusta.
Supongo que tendré que llamar
a tu puerta
pero no recuerdo el número
y todos los portales
son iguales
y me siento estúpida.

Inspirado en “las nubes de tu pelo” de Fito y Fitipaldis

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Cada uno de tus poemas es como un cuento, una vida, un mundo… como dice tu nombre de usuario. ¡Gracias por compartirlo!

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Gracias a ti por leer!

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Me encanta!!! :clap: :clap: :clap:

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Muchísimas gracias! Me alegro mucho!

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Un mundo en un poema… Un poema de un mundo… un mundo interior que hubiese querido salir a la superficie. Muy bueno! :bouquet:

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Muchísimas gracias!

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