Creía que te había dejado atrás.
Creía que te había abandonado,
un abandono absoluto, al acostarme,
cuando pude por fin cerrar los ojos
y olvidarme de ti, de tus artimañas,
de tu insistencia, de tu mala sombra,
de tu capacidad para colocarme
al borde del precipicio.
Creía que te había dicho adiós
del todo y para siempre, pero me despierto
y te encuentro de nuevo junto a mí,
dentro de mí, abarcándome,
invadiéndome, ahogándome,
delante de mi vida, detrás de mis pasos,
calándome los huesos, entrando por mis venas,
-como un silencio petrificado-,
apretándome la garganta, hundiéndome la espalda,
arrojando fuego en las palabras que mi boca calla.
Y ahora, dime: ¿qué hago yo?
¿Cómo puedo arrancarte de mí
o acostumbrarme a vivir contigo sin ti?
Sólo puedo cubrir con canciones
desconocidas tu desgarradura.
Buenos días, tristeza.
Uff tremendo versos, una exaltación a la desolación no querida pero tristemente adherido a uno, ese túnel interminable, oscuro y doliente es un largo viaje hacia la luz, poeta!!!