Él, era un chico solitario, perdido, melancólico, tristemente atrapado en una rutina que desgastaba día tras día el brillante color oliváceo de sus grandes ojos. Ella, era una joven alegre, risueña, llena de esperanzas y de luz a pesar de los malos momentos que llevaba escrito en su pasado. Se encontraron por casualidad. Él, no sabía exactamente como reaccionar ante la cegadora sonrisa de la chica; ella, se enamoró al instante de ese misterioso joven. El chico quiso decir algo, pero el miedo lo paralizó. Fue ella la que dio el primer paso, convirtiendo la tristeza en esperanza, el miedo en valor, y la melancolía en un pasado olvidado. Ella, se convirtió en la luz que hacían brillar día tras día esos grandes ojos oliváceos, sin importar, nada de lo que había sucedido hasta ese mismo instante.
9 Me gusta
Que vivan las casualidades!! Me alegra ver tus escritos en la nueva biblioteca
1 me gusta
Muchas gracias Ruache.
Nos leemos otra vez por aquí, y a seguir escribiendo. Un placer reencontrarse entre nuevas historias por descubrir.
Saludos
1 me gusta
Bienvenido.
JL
Gracias compañero
Un saludo
Siempre hay que estar prestos a las circunstancias imprevisibles. A veces son las que dejan el mejor almíbar de boca.
Hay ternura en tu relato. Un dejo de amores inesperados a primera vista.
Muy bueno.
Bienvenido a este nuevo capítulo de Poémame!!
Un relato enamorado…vibrante y luminoso! Saludos,@Miquelangelo!!
Bienvenido compañero.
Saludo