Evoco a los mares
de la inspiración,
para que viertan
sobre mi alma
la música de sus liras.
Las palabras llegan frescas,
pueriles,
poco a poco.
Perfumadas
por una suave brisa,
que en caricias de ángel
las susurra al oído,
de la mano que sueña
dibujar palmo a palmo,
cada pequeña nota,
que llega a hacerse letra,
y después es palabra,
que sube hasta la boca,
y va hasta la garganta,
y brinda su mensaje,
y en viva voz se canta.
Cuando llega la musa
se le inclinan los versos.
Y se encienden en cantos
fulgurantes y atentos,
los poetas peregrinos
hermanados al viento.
Príncipes solitarios.
Pasajeros eternos.
Herederos nostálgicos
de faros y de puertos.
La libertad es camino,
no es fijeza ni encierro.
Abrazarse a un destino
en donde sea posible
sonreír desde el alma
con el verso más triste.
En donde pareciera,
que uno puede morir
en la próxima letra.
Cada paso es la tinta
de sus eternos sueños.
Al poeta
lo hace el canto,
lo inventa desde un vuelo,
y es un trino asombroso
que abarca todo el cielo.
Y aunque el sendero a veces,
parezca un precipicio,
y aunque la niebla inunde,
con su vasta tristeza
todas las esperanzas,
y las deshaga en penas…
Caminar el camino del poeta
es un honor
que nos cuesta la vida.
Hay que salir a andar,
a corazón abierto,
siendo grito en la lucha
con el verso despierto,
trepado a la garganta,
codo a codo en el pueblo.
Siendo flor en el beso,
perfume en el romance,
gotitas de rocío
que encienden ilusiones,
en tristes corazones
malheridos, maltrechos.
También ser despedida,
soledad y tormento.
La nostalgia que evoca
lo desgarra por dentro,
y se le va la vida
entre espera y encuentro,
abrazado al destino,
reavivando sus sueños.
El camino de un poeta
que es también peregrino.
Se sueña con el alma.
Se escribe con el cuerpo.
Se vive en el camino.
excelentes 