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Yo, por ejemplo, solo me acuerdo de este momento
en el que me dijeron “adiós”
donde mi padre mira la televisión sin pensar
que su hijo no doctor se quiso suicidar esa misma tarde,
donde mi madre conversa con mi hermana
sobre las pastillas de la mesa para poder dormir.
Yo, por ejemplo, en este momento
solo me acuerdo de mi edad, y de mi locura
de las moscas que rodean la ventana como aviones furiosos
del control estricto de mi mamá a mi cuerpo
para saber si no me he cortado nuevamente
de los girasoles con su rotario necesario
sobre el centro de mi mesa en mi cuarto húmedo,
de las rosas blancas y rojas que me escupen un hálito
de supervivencia
ante el agua de su maceta que no se ha cambiado en mas
de una semana.
Todo tiene más existencia que yo.
Cuando la tarde ya me devuelva el poema que le entregue
y tu ya te me vayas por los perros agonizantes
cuando la tarde ya me acostumbre a su soledad y
entren esas moscas por la ventana y
se despeguen los pétalos de esas rosas blancas y rojas
y mi padre y mi madre
ah, mi hermana también,
sepan de mis intenciones de morir precisamente ahora
y yo esté con mi olor fracasado
con mi costumbre de soledad, de zapatos líricos,
cuando me encuentre en esta dualidad de llamar a Sofi
o ahorcarme
antes de que ella venga a mi casa
cuando ya tenga mis dientes casi al borde de la plaza
y me choquen las palabras con mi cerebro.
Cuando quizá tenga la belleza por fuera y no solo por dentro
en los poemas tan sencillos como este
cuando ya se rompan hasta mis uñas
y me fume un tabaco comprado en Loja contigo,
en ese día procuraré prestarte atención
ganarle la batalla a mi conciencia brutal.
Pero escribiré de todo esto lo juro
y aunque vaya de espaldas hacia el pasado y mi madre
me mire con ternura sabiendo que su hijo ya no estará
más, ahí escribiré:
delante o detrás de todo
o de la sombra, o del agua y ya no de ti
cuando tú estés ya fuera del ataúd
y yo encima con un poema fúnebre te recordaré