Tanto lenguaje anida en el mudo. Le despiertan el color que le da el minutero y aquél viento que le avivan las pestañas. Hoy le he visto recitar como lo hacen los latidos, rítmico y esclareciendo cada vez una mayor sonrisa.
¡Qué gratísimo leerle!
Ese mudo no descansa, su ritmo marca el paso
del dorado amanecer y de las sombras del ocaso.
¡Cuánto hay que mimarlo en los años viejos para que ría y no desmaye!
Convence, Pedro, convence y estimula tu poesía.¡Qué gusto leerte, compañero!