Algunas personas cuando envejecen se vuelven como la madera: ella —de tan vieja que era— se fue asemejando al tronco de un olivo milenario… eun cada zanja del rostro, se le ennegraba la arruga; en sus manos oficiosas, como el verdor de un líquen, le hacían pátina los años.
La llaman Proselenos…
y es más vieja que la Luna.-
Chane García.
@ ChaneGarcia.
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