Peregrinas

Calista, Amara y Selene se conocieron hace cinco años en un pequeño pueblo de la zona rural del norte de España, ubicado en la ruta del Camino de Santiago.

Esa noche estaban cansadas por la caminata de más de 20 kilómetros, a una temperatura de menos de cinco grados en pleno mes de febrero.

Calista había comenzado el camino hacían 17 días, y había transitado la mayor parte de la ruta en solitario ya que en esa época del año pocos peregrinos se adentraban por los helados senderos que conforman la desafiante aventura.

Había renunciado a su trabajo 3 meses atrás, luego de que a sus 38 años se diera cuenta que era momento de volver a comenzar, que su empleo como recepcionista de un centro hospitalario ya no era suficiente. Se sentía inmersa en una calesita que giraba lento… tan pero tan lento que sus pensamientos se atascaban a cada instante y comenzaban a ahogarla hasta casi sofocarla, provocando que las lágrimas brotaran incesantes de sus ojos desencajados.

Mi lugar en el mundo se preguntaba una y otra vez… cuál es mi lugar en el mundo ??
Quizás no exista un lugar, o quizás sólo unos pocos elegidos logren hallarlo.

Había nacido en Noruega en una ciudad relativamente pequeña, tenía una hermana 6 años menor a la que amaba con el alma, siempre se habían acompañado en los momentos difíciles y habían disfrutado cada regalo que la vida supo obsequiarles.

**Por otra parte Selene había comenzado el camino 23 días atrás, tenía 47 años, era arquitecta y tenía una hija de 12. Estaba conforme con su vida, la mayoría de sus sueños se habían cumplido… al mirar en retrospectiva la conclusión era que había recorrido un largo trecho y con bastante éxito, se había esforzado y lo había logrado… pero un vacío en su alma le recordaba que lo completo estaba incompleto, que las metas sólo eran peldaños que cual autómata fue escalando sin detenerse demasiado en el por qué ni el para qué… **

Y Amara… Amara no era espíritu aventurero, era la más joven de las tres, con tan sólo 26 años ya casi culminaba su carrera de medicina, sin embargo era la más estructurada y conservadora. No le gustaba la gente, leía muchísimo, estaba acostumbrada a una vida disciplinada y al esfuerzo mental prolongado. No tenía familiares cercanos, toda su familia había muerto hacía varios años y tenía muy pocos amigos. Un alma triste y errante que no hallaba consuelo. Había comenzado el recorrido hacían 32 días. El problema es que se había perdido y tardó más de 12 días en volver a retomar el sendero.

En ese pequeño pueblo, allí de cara a la Luna más hermosa y el cielo más resplandeciente se conocieron aquella noche de invierno repleta de magia.

Mientras tomaban cerveza bien fría y comían sandwiches de tomate y almendras, comenzaron a hacer un repaso de cada periplo a lo largo del camino.

**Amara empezó contando a sus compañeras lo triste que se sentía y lo sola que se encontraba, y obviamente el extraño suceso que la había llevado a perderse durante más de 12 días. **
Al resbalar por una pendiente pedregosa se golpeó la cabeza contra un inmenso árbol que le hizo perder temporalmente la memoria, por lo cual al despertarse no recordaba dónde estaba y apenas un hilo de cordura parecía sostenerla a la realidad. Tenía conciencia de quién era; su nombre, su fecha de nacimiento, el lugar dónde había nacido pero no mucho más… realmente no mucho más. En un principio estaba completamente aterrada, especialmente porque debido a la época del año y al intenso frío no había un alma en el camino que pudiera socorrerla.

Sin embargo sus conocimientos sobre medicina estaban intactos por lo cual intentó reaccionar con serenidad ante los hechos, confiada de que poco a poco su memoria la devolvería a este mundo de realidades tangibles, donde retornaría al relativo confort de la tranquilidad, porque la cabeza le dolía intensamente y tenía varios moretones en los brazos y piernas, por lo que estaba segura de que había sufrido un accidente que la tenía en ese estado temporal de pérdida de control y confusión.

Luego de permanecer tendida en el piso sobre su mochila durante largas horas intentando escuchar música que había almacenado en su ipod, especialmente música clásica (las cuatro estaciones de Vivaldi, Mozart, Haydn y también algunos temas de Enya), empezó a darse cuenta que si bien su mente comenzaba a calmarse, su cuerpo se estaba entumeciendo por el intensísimo frío. Así fue como comenzó a caminar sin rumbo en cualquier dirección, con la finalidad específica de estabilizar su temperatura corporal.

Así anduvo por largo tiempo atravesando la belleza del paisaje que la rodeaba, el cuerpo le dolía y seguía sumamente aturdida por el golpe, pero extrañamente comenzó a deleitarse con el hecho de no tener un rumbo fijo. Era como ir a la deriva, una corriente la llevaba hacia un sitio y luego la arrastraba hacia el otro, y en ese vaivén se sentía cobijada, era el refugio de la nada, el manto tibio del vacío, la lógica de la sin razón.

Calista se incorporó de golpe mientras continuaba bebiendo su cerveza y dijo que conocía el vacío y la lógica de la sin razón, pero que en su caso la sensación era completamente diferente. Su vida era esa calesita que la asfixiaba y que la había empujado de pronto a emprender aquella aventura en la que conoció a un hombre sabio que cambió radicalmente su concepto de la vida. Aquel hombre de nombre Anastasio, la llevó hasta un lugar apartado donde encendió una fogata y le ofreció para que bebiera un preparado de hierbas amargas, luego le pidió que mirase a través del fuego, al principio no lograba hacerlo, pero poco a poco se dio cuenta que entre medio de aquellas llamas se escondían secretos profundos de la vida, allí se vio a si misma completamente diferente a cómo era, reía y su mirada estaba llena de luz, supo que una vocación escondida en su corazón aguardaba su turno para emerger a la vida y desterrar para siempre la calesita que durante todos aquellos años jamás había sido capaz de frenar.

Selene las escuchaba detenidamente, nada extraordinario había ocurrido a lo largo de su trayecto por el camino de Santiago, extrañamente al igual que en su vida todo había acontecido tal y cómo se esperaba, lo predecible se reafirmaba a cada paso que daba, luego de toda aquella confusión por no haber hallado lo que había ido a buscar… poco a poco comprendió que todo aquello que tenía era lo que siempre había deseado, que todo lo extraordinario de la vida estaba en la mirada extasiada de su hija cuando aprendió a montar en bicicleta o conoció el mar por primera vez, lo extraordinario de la vida estaba en cada edificio que había diseñado, en cada proyecto en el que había participado y en todos y cada uno de los días de intenso estudio y dedicación que la llevaron a completar la carrera que tanto amaba. Sólo bastaba estar presente en cada uno de aquellos momentos, volver a repasarlos y mimetizarse con cada molécula de cada suceso, y así sucesivamente en cada acontecimiento futuro de su vida para dejar de ser autómata y convertirse en protagonista ilustre de su maravillosa travesía. De su privilegiada travesía…

El camino las unió por unos cuantos kilómetros más y luego las separó, compartieron anécdotas y vivencias, risas y llantos, sus miradas cómplices se encontraron una y otra vez, la fina coraza emocional de los escasos peregrinos con los que se cruzaban se derretía de pronto al verlas tan confiadas y felices.

Era la magia del Camino… pronto ellos también la hallarían.

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