En un mundo auto-reverse
ya no hay bares donde verse,
los poemas son de tela,
solo un tema que se verse.
Ni rincón donde meterse,
ni una llama que lo prenda.
A dos metros, la condena
del pecado que me bese.
Y el abrazo por mis venas,
y el rechazo que no cese.
Retaguardia en las aceras
que muy alto se riese.
Respirarse sin quererse,
que en el aire está la pena,
en la brisa que tuviese
un amor en toda regla.
Sin sabor por no comerse,
sin dolor por ir a ciegas,
sin embargo que me viese
media cara sin ojeras.