I
Siento, cielo mío,
cercana la muerte,
y con ella vendrá,
el reflejo celeste,
de un mar devoto,
el aura glorioso,
de mi boca exhalar.
Pero, vida mía,
cercana estarás,
en esta quietud,
de espacios empíreos,
donde yo sentiré,
el movimiento concéntrico,
de tus ojos astrales.
Entonces, amada,
estas vidas sufridas,
cosmoramas ficticios,
de alegrías y dichas,
serán hálito eterno,
de dos almas unidas,
en perpetuo destierro.