Párrafos - 5

Hay un niño que mira absorto la inmensa noche desplegada, repleta de estrellas, que como perlas de nácar, se despliegan en un cielo antiguo, arrugado como la cara de un labriego, remoto, como aquellos dioses osados que rodaban sobre carros de fuego por el universo y cuyos ecos aún se oyen, magníficos, cuando paseas cerca de las líneas de Cuzco o asciendes Kukulcán y agudizas el oído con una fe absoluta, cuando acaricias la corteza de un baobab o circundas la base de una secuoya gigante mirando hacia arriba, aunque estas cosas, claro, él aún no las conoce, pero las presiente cuando observa lo cotidiano y fija su atención en las ventanas de las casas próximas, en aquellas encendidas como velas, velas que iluminan momentos de otras vidas, familias que se sientan a una cena que él nunca degustará, parejas que descansan sobre una cama que no lo acogerá, personas que susurran melodías que nunca llegarán a sus oídos, que tratan asuntos que no habrá de conocer, infinitas estas variaciones y, entre ellas, su preferida, la de esa niña, más o menos de su edad, que se asoma al balcón y pierde su mirada en la inmensa noche desplegada para, luego, fijar su atención en las ventanas de las casas próximas, en aquellas encendidas como velas, y que, por un instante sagrado, entrecruza su mirada con la suya, en el mismo y preciso momento en que una línea nueva aparece sin explicación en Cuzco y un chamán comienza el rito en lo más alto de Kukulcán.

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Precioso texto!!! La noche, hizo la magia…:last_quarter_moon_with_face::sparkles:
Abrazo, Javier!

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Gracias, @mariaprieto, es un placer contar con tu lectura. Abrazo!

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Ah, qué bella narración!!!

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Qué bien que lo hayas disfrutado, @luciagomez1956 . Un abrazo!!

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