Parece que remar contracorriente
en sociedad no está siempre bien visto,
porque yendo a favor del anticristo
pudiera ser que un fiasco lo reviente.
De semejante horror no soy consciente
quizás porque me crea poco listo,
pero mientras lo logre, yo resisto
aunque pueda pecar de irreverente.
Porque haciendo valer la democracia
garantizado está cualquier derecho
que encima de la mesa se proponga,
que se descarte siempre la falacia
si a mirar nos obligan con despecho
cuanto el sentido más común disponga.