Cuando la visión
trasciende
la piel de la realidad;
me hundo
en la apariencia,
hasta alcanzar
el paraíso insondable,
donde el latido
gravita
su aleteo
primieval.
Cuando la emoción
polariza el encuentro;
ruedan los eslabones
de cristal
de tus ojos;
crisálidas insurgentes,
que gestan
revolución
en mi pecho piramidal.
Cuando el sol negro
de tu silueta mutante,
muerde la luna
de mis orillas;
todos los libros
de mi biblioteca
inmolan sus páginas
para devorar el brillo
de nuestra piel,
y apagar
con lumbre vivencial,
su letra fatua.
Qué bien me hace tu comentario profundo y sentido, Nora!
Que nunca se apague la estrella de nuestra inspiración, claro!
Abracito de haces luminosos, amiga!!