Cuando la humedad de tu habitación
me encuentra en un par de notas,
árboles muertos me abrazan
pues nadie acaricia
mejor que el frío.
Sé
cuánto te he pertenecido,
en cada halo que espectral
se hace rocío.
Desde tu ventana
la vida empezó a existir
y desde allí,
vi como terminaba.
Me hice acorde,
mi voz se fue en tus maletas
dejé señales
en todos los azules
para jamás borrar el camino
y entre mis labios
vuelva a sonar nuestro universo.