Vaya forma de describir un lugar de profunda tranquilidad y belleza, donde la luna, el viento y las estrellas coexisten con ternura y el silencio guarda un tesoro de palabras no dichas. Los fantasmas juegan y los ojos aguardan con esperanza.
El alma, la conciencia, la pasión, el amor, forman parte del paisaje interior…su riego tiene que ser constante;solo así , creo, tendremos la dignidad visual y perspectiva amplia para juzgarnos a nosotros mismos y no hacerlo con los demás.
Hay que podar muchas cosas, renunciar a ser una carta mas de la baraja y ni aún así, a veces el paisaje es el idóneo;dependemos de tantas cosas viciadas que es complicado y después el destino…que juega malas pasadas.
El equilibrio no es olvidar las cosas que nos duelen, sino que cuando lo recordemos, el dolor sea mínimo…podamos clasificarlo como una circunstancia que pasó.