Oigo a la tormenta zumbando
arañando furiosa las ventanas
golpeándolas como campanas,
era como si aquí no pasa nada.
Pero cuando se puso a llover,
era otro el gallo que cantaba,
tocando el porqué de lágrimas,
arañando las heridas de mi alma.
Pixabay/ractapopulous / 2998 images