Quizá nos ocurra, como aquel hombre
que acabó vacío de si, sin alma.
Que no pudo vivir sus propios sueños
por no enfrentarse jamás a nada.
Qué tristeza debe ser para uno
encontrarse al final sin baza.
Como si fuera de aire, de humo,
toda esa vida que no has vivido.
Como recorrer sin gota de ilusión,
sin miras, la larga carretera.
Como vivir de muerto sin haber nacido.
Solo un pasar y pasar sin huellas.
Dejándose arrastrar sin ningún rumbo.
Toda la vida oficio de polichinela.
Sin un calor, sin ningún beso.
Sin provocar un incendio que quema
los rastrojos para la siguiente siembra.
Vida de conformidad y de aguas quietas.
Ocurrió le que al final, encima,
fue juzgado por un dios colérico
que le pidió todas las cuentas,
de cada beso, de cada caricia vacía.
Luego ver, que sus alforjas eran,
un profundo abismo y una risa insana
para un nuevo comienzo.
Ah, qué tristeza me embarga
al caer la noche y al despuntar la mañana
cuando a mi mismo me veo.
Pixabay/FreeImages