No quiero que llames a mi puerta
cuando la vida te abandone,
no quiero que te acuerdes de mí
cuando nadie te espere,
no quiero que vengas
cuando no tengas a dónde ir.
Seguro que lo entiendes:
No quiero que te acerques
para hacerme el vacío,
no quiero ser la mano
que te ayude a pasar página,
no quiero que me busques
para colisionar conmigo.
Seguro que lo entiendes:
No quiero ser tu bala en la recámara,
tampoco tu as en la manga,
mucho menos tu juguete preferido.
Es por eso porqué no encuentro diferencias
entre tenerte y perderte.
Seguro que lo entiendes:
Tu nombre me pesa
como si sostuviera libros mojados
con los brazos abiertos,
y me alejo de ti como si eso
significara alcanzar la paz.
Seguro que lo entiendes:
El mar y el cielo pasarán
pero yo seguiré siendo yo,
con mis luces y mis sombras
designadas para vivir.
Escúchame sin que te hable:
La noche que me llenaste de dudas
dejó de haber sitio para ti.
Elocuencia contenida en esa despedida épica, yo la Aplaudo. Y también le hubiera dicho:
Por muchísimas razones
Ya no soy héroe de tus sueños
El que golpeaba los mentones
Cuando en la casa de empeños
Te cobraban los matones.
Buena interpretación del texto, compañera. Mil gracias por tu lectura y apreciación, @varimar. Me alegra verte de nuevo en mi espacio de letras. ¡Saludos!