Olores dulces que matan

El Hombre de manera instintiva, casi que inconscientemente, siempre buscará en el fondo lo poético en cualquiera de sus rublos: la complacencia del ojo en la estética pictórica juzgando las mejores imágenes; en los paisajes textúricos difuminados en un bocado al probar delicias; en la delicadeza dulce de un aroma embriagante… Pero… ¡Cuidado!, hay perfumes que matan. Nada más riesgoso hay, que el adentrarse de noche por un jazminal umbroso, mientras de fondo, el plenilunio en auge trepa a su apogeo… la dulzura de aquel pálido aroma adormece la mente, enleteciendo el recuerdo, se borran así los senderos de regreso al mundo, se apagan los afectos, desamarrando los lazos que hasta hace poco los sostenían. El cuerpo, como que se abandona a lo suyo y uno sólo se deja guiar, cual niño albino y borréguico, por la gélida mano de la muerte.-

Chane García.

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