“El poeta, es un fingidor.
Finge tan completamente,
que hasta finge que es dolor
el dolor que verdaderamente siente.”
(Fernando Pessoa)
¡Oh, vida, recoge con dulzura mis pedazos!
Me pulverizo entre tanta soledad y tanto olvido;
vida mía, el tiempo envejece entre tanto suceso.
Mis dedos se hunden en las teclas negras
y cada palabra que escribo, es una muerte.
Antes, mi rostro, era apacible y sereno en el estanque
y el cisne, seguía con dulzura mi mirada.
Ahora, el crepúsculo se acerca y me cubre levemente;
hablo conmigo misma y soy mar y soy instante.
Me atormenta la noche, que parece vampiro
y mis párpados se vuelven, ave nocturna.
Ya casi amanece en medio de sombras inocentes.
Parezco una niña, hablando solita con la noche
y me escondo en mi pequeña isla,
me recojo como la oruga, sin ser mariposa
y cada palabra que pronuncio, es una muerte.
Mi apreciada poeta! Al lado de la muerte, siempre habita paralelo el amor, la renovación…
Si la semilla no muere…la planta no nace!
El poeta, en ocasiones sabe vestir bien a la verdad…una verdad desnuda, no llega de la misma forma…
Un poema lleno de ternura, sensibilidad, que da para reflexionar!
Abracito inmenso interoceánico!!
La letra alivia para el escritor la tragedia más atroz, que se presenta a los ojos del lector como una dura revelación envuelta en aliento de esperanza. Bravo, Lucía.
Que bellos y reflexivos versos, la vida y todo lo que le rodea nos pintan poco a poco con los ojos del más allá, el cierre con una ternura infinita, poeta!!