¡Oh, escuela! Ni te
tengo, pero ya te extraño.
Aquellas paredes que en
grasiento mantenimiento nuestro
valor para la sociedad así como eran
exhibían ¡cuánto las extraño!
Sus valiosos comedores do
se descarga el peso jornalero
más que de los jóvenes
de los demacrados viejos,
¡Cómo reparaban! ¡Y,
cuanto sueño devolvía no solo
al agotado maestro, sino
también al más puntual de los niños!
Cuán cortos nos parecían los recreos,
y pese a lo feliz de todos ellos
y lo vivenciado en sus recuerdos,
mucha era la desdicha de
cuando cada uno de sus muchos recesos
tocaba fin, y alegre el
momento del día cuando
este asimismo tocaba su fin.
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Muchas gracias
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