No supimos darte
lo que tú pedías,
lo que precisaba
tu mirada fija,
y era tan sencillo
que pedías vida,
para andar por casa
por jardín y finca,
persiguiendo topos
y alguna avefría,
posando despierto
sobre alguna silla,
igual que en el porche
cerrando pupilas…
Y era tan sencillo
lo que tú querías,
mi gato del alma
que se ahogó mi risa
y todo por verte
sufrir en la esquina,
con tierna mirada
que nada pedía,
tan solo unas frases
y alguna caricia,
dejándote fuerza
que tú merecías.
que el tiempo no pare
y en él tu revivas…
Pero regresaste
de tu correría,
quizás fue la última
pensé muy deprisa,
gatito callado,
leal y flautista,
al verte malucho
yo me estremecía,
recuerdo tu llanto,
pidiendo comida,
lamiendo los platos
con lengua sencilla,
y ahora nos dejas
tu larga agonía,
ni comes ni puedes
andar por la vida…
Se apaga la vela
que estaba encendida
y en ella, tus ojos,
se van con el día…
Rafael Sánchez Ortega ©
23/01/23