Fui el ovillo de Ariadna
que se precipita al mar,
color agua inherente,
y miles de ciclos de rocas.
Fui sonrisa de niño con cometa,
después de un aguacerito.
Salto de altura
y piedra sin riñón.
Apenas.
Fui botón empeñada en abrirse.
Nada. No hay sitio para abrir la puerta.
Fui albura que cae del árbol.
¿Quién se empeña
en pintarme color ruido blanco?
Yo quiero ser arrecife de coral,
con ecosistema
que me cuente “mil cientos veces”
que la noche es un día
vistiendo trajes de sombras.
Perenne e inmutable,
como la huella.
Infundada y metafórica,
como el reflejo en el agua.
Expuesta a los cambios de temperatura,
como el hielo.
Como el punto de apoyo de una cuerda.
Pero amaneció y no pude ser tacto.
Tacto que localiza la luz difusa
o los campos magnéticos.
Y no pude, Elena,
al final, después de todo,
inventar un mundo
en el que no exista el adiós.
*Escucha la canción “Salto de altura” de pennylanebcn en Soundcloud.
**Poema original publicado el 18 de abril de 2010 en el blog “poemasinvitameavivir” y en el libro “Se acabó el luto”.