No le escupas al destino,
¡no le escupas! ¡míralo!,
míralo a los ojos
con decisión,
sin vergüenza,
porque esta…
te las has bebido
en una copa de vino.
Sonríele, como quien sonríe
a un vecino desconocido
que te da los buenos días.
Enfréntate a él con la razón
soportando el peso de su decisión
con el empuje del coraje
que te da el latir del corazón.
Piensa que el espejo
de un amanecer distinto
halles el relejo
de la batalla de tu destino
en que su rumbo cambie
dándote la razón
de que tú eres su dueño,
el general que su batalla
escribe, con sangre y sudor
en las hojas del calendario.
Pippo Bunorrotri.