El anarquismo recorre mis vísceras, quizá huyendo del patíbulo heredado de los fósiles sin valentía, o como consolación malsana de mi codicia vacua.
Comparecencia de soles que profanan mi sagacidad resguardados tras las fronteras, mosaicos de lunas que mutan sus colores y guaridas a la sombra de mi sueño.
No son mi paraíso, no son mi cúspide, ni mi atalaya.
Me encepa la piel y el espíritu, a los lazos hechos de lumbre, de entrañas, de pecho que fue cuna;
me desmorona la estampa de mi continuidad, magullada por realidades prematuras.
Necesito mas amor que osadía para deglutir la hiel y abrazar mi éxodo, ni la resignación me curte, ni la temeridad me ataja.
Sé que siembro desilusión en quienes han amado hasta mis ruinas, pero el retroceso sería mi túmulo y también sé que me prefieren viva.
Si son multicolor las caracolas, en algún lado el océano será neón, y arrecifes maniáticos cazarán juglares después de embriagarse al son de sus versos.
Fantaseo con laberintos ignotos, donde se acorralan pesadillas que se emancipan hasta reventar los cristales de la persecución, dónde la vesanía se corona vencedora y algún mañana no tendrá ocaso.
Pasearé por bulevares gitanos, pastizales prodigiosos, desiertos dilatados y metrópolis fascinantes; aun ahí y aún felíz…el retroceso será el retorno siempre soñado, nunca olvidado, al reencuentro con mi tribu.
(C.G)
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Qué grande, Cristina! !!
En ese principio, ya somos dos con él
!!
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Escribes muy, muy bien, compañera.
Me ha encantado tu poema.
Gracias compañero.
Un abrazo!!!
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