Érase el orco ávido y mugiente:
negras fauces que rumian su panzada
y piden sin cesar mayor hartada.
Era el augurio frío e inclemente
de mil ojos posando su mirada
sobre la presa fácil e inocente.
Era garrote al cuello de la gente
y guillotina al cielo levantada.
Era un horror para hacendadas cunas,
remedio ruin de saldos pordioseros,
festín de viento para hartar hambrunas.
Era escozor mordiente y levantisco
allá donde se alojan los dineros.
Era aterrador… ¡Érase el fisco!
10 Me gusta
Genial tu soneto Joan, mis saludos cordiales
Audaz “avidez”— sin exageración—; me hizo recordar que casi me meten preso en mí país por proponer una moratoria de impuestos, basado en la premisa de que el gobierno central, impedía y cuestionaba la generación de riqueza (en algunos ciudadanos), mientras impulsaba la pobreza por los cuatro puntos cardinales.
—Un aplauso fuerte para su incisivo poema.
genial !!!
Muchísimas gracias. ¡Y mucho cuidado…!
¡Gracias! Algo exagerado es…; pero para reír un poco, creo que vale.
1 me gusta
Muy bueno y descriptivo, irónico y tan real como que es verdad, poeta!!!
Un poema mordaz muy bien hecho