Amaneció en pálido.
Las calles en meandros
escondían en sus giros
tres pasos mutilados y uno inerte;
el que iba siempre hacia atrás,
el que predecía a la muerte.
Se posó sobre los párpados la noche
y fue la niebla oscuro la que dijo
que no habría regreso;
sólo un pequeño sueño,
diminuto y oxidado,
acongojado en la punta de los dedos.
Al amparo de la voz incomprensible,
las tristes caléndulas morían
en medio de un silencio tormentoso.
Se posó sobre los párpados la noche
y fue la niebla oscuro la que dijo
que no habría regreso;
sólo un pequeño sueño,
diminuto y oxidado,
acongojado en la punta de los dedos.
De una tristeza artísitca que se puede casi palpar.
Intenso poema querida Ze. @Pequenho_Ze Abrazos!
Sueños diminutos y casi oxidados. En el vacío del infinito, nuestra esencia queda solo en la voluntad del poema que alcanza para redimir lo que pudo ser soñado…