En las somníferas sombras del atardecer
los vientos del norte revolotean con desdén
y hacen girar en lento sincronizar
el atrio de mariposas amarillas,
atrapadas en su capullo de rosas…
Mientras la gacela se desnuda
y muestra al Dios constructor
su flor ardiente
cómo laguna distendida
y sus gruesos labios
decorados con sales del trópico
buscan salirse de control,
corriendo por el tupido bosque…
El agua del río convulsiona,
rompe las paredes del deseo reprimido
y en estrépito silbido
desflora las márgenes del caudaloso elemento,
tirantes flores rojas
caen sobre su plateado ombligo
y siente un alivio de selva nórdica
con aroma a cabaret parisino…
Oh, mujer de terciopelo y nácar
arrebata con tus músculos blancos
los duraznos del tardío invierno
y manosea con clara displicencia
las algas gratinadas del deseo
caramelizado por tu sonrisa
y mordedura de loba en celo…
Incansables olas bajan
por tu pubis de fuego
y sobre la plazoleta de un sol encriptado,
fundido por el tiempo
sujeta las escaleras del cielo
por donde un orgasmo
cómo bola de fuego
se retuerce en la gruta golosa
haciendo estremecer los glaciales del infierno
y volvemos a los lugares comunes o tópicos
donde la gacela escarlata
mastica las flores del mal,
que en un día de septiembre
quiso ser mar y marinero…
Dedicado con mucho cariño para mi querida
Poeta Enid Rodriguez Isáis en su cumpleaños
22/09/2020…