Faroles de recibo,
verónicas al tercio,
parando el tiempo.
Ligerito sin saberlo
sería sueño,
en regalo
en nuestros ojos.
En las andanadas,
oles,
en el quite
ganoeras,
antiguas e Inmortales.
Sevilla, sin saberlo,
tendría la magia ancestral del toreo.
Tafalleras
en el cierre,
de azabache y jacaranda
bordando el misterio
ayudados esenciales
en el fajín.
En los medios,
ligando naturales
y naturales
infinitos de pureza,
de torería.
La música estalla
en la tarde de los sueños,
más ayudados de Joselito
en las manos de Morante.
Naturales del toreo,
sinfonía de colores ancestrales.
La muerte de Ligerito,
gloria animal
en la tarde de Sevilla,
Morante,
inmortal,
en la maestranza.