Miro la montaña en Alcaucín
y me seduce,
piedra, refugio del liquen.
Se eleva,
adquiere consistencia de gigante,
lanza cuatro líneas de horizonte,
cada vez más lejanas y más altas.
Intento llegar a la cumbre cuando el sol se va,
y quema el tiempo, apenas percibido.
Algunos días, tomo un caballo de alquiler
y recorro campos que huelen a mastranzo,
tomillo y diatomeas,
sobre una yegua blanca,
con mierda en las ancas,
que tiene asma y parece que va a asfixiarse.
Los viernes nos juntamos en un bar,
fumamos hachís y bebemos cerveza
hasta muy tarde.
Cuando me acuesto,
oigo el rumor de las olas
y me duermo,
escuchando el bramido ronco del mar.
Aplausos @josemanuelperez , he notado que ademas de las cevezas, y las olas se ha tomado también la geografía para traducir la poetica topográfica en una estampa marina. Usted mira la montaña y esta lo mira a usted y el mar y la luna los miran a ambos. Lo aplaudo y algun viernes de estos tiempos quizas nos veamos en ese bar. —Aplausos.