No tienes miedo a empezar de nuevo.
Tienes miedo a que te hagan lo mismo.
No necesitas explicarme, lo entiendo, te entiendo.
Tienes miedo a que te dejen esperando
sin saber por qué esperas.
Tienes miedo a que jueguen
sin saber cuáles son las reglas.
Tienes miedo a que te empujen,
sin saber cómo frenar.
Tienes miedo a que te lleven
a donde no sabes cómo regresar.
Estoy atado a ti, a tu mirada,
a tus miedos que son mis propósitos,
para poder estar contigo y sujetarte.
Todo lo que eres, todos tus miedos,
todo lo que evitas encontrar.
Todo eso nos une, nos mantiene juntos.
Porque todo lo anterior son sonidos
que retumban a lo lejos,
que retumban fuerte,
con estruendo.
Que podemos sujetarnos
de las pequeñas cosas que nos unen,
que nos construyen.
Sabes de lo que hablo cuando digo: pequeñas cosas.
Hablo del sol en la ventana,
hablo de libros pintados de atardeceres,
hablo de vasos de leche antes de dormir.
Hablo de manzanas horneadas,
flores rojas, personas en el andén.
Todo eso nos une.
Nos une porque no quieres perderme
y no quiero perderte.
Así que no nos perdamos sin siquiera buscarnos.
No tienes miedo a empezar de nuevo.
Tienes miedo a que te hagan lo mismo,
como si eso mismo tuviera mi nombre,
mis manos, mi aliento, mi ritmo.
No tienes miedo a empezar de nuevo,
No tienes miedo.
No.