Si me atreviese a decir todo lo que callo
y a callar mucho de lo que digo,
otro gallo me cantaría.
Valiente cobarde.
Y es que solo en la multitud del silencio,
en la compañía del folio en blanco,
me atrevo a ser yo.
Un yo que se desvanece ante la presencia de muchos
y es capaz de mostrarse frente a muy pocos,
pero que, sin embargo, se desnuda en palabras.
Mi voz entintada
QUE GRITA A SU MANERA,
que llora emborronada.
Mi
voz
que
se
entrecorta…
Mi voz jamás
callada.
Y lo demás,
meros sonidos que se lleva el viento.