Los pasos de mi tiempo se pierden en la nada,
la oscurecida puerta del pasado sombrío,
los recuerdos helados, ateridos de frío
escapan en mi rostro, detrás de la alborada.
Huyendo a las tinieblas, en pos de la explanada,
enfrentando a mamporros un presente frondío,
en cruel desesperanza, morlona hasta el hastío,
en alocada lucha, desatada, robada.
¡Ah, quién pudiera partir con rumbo a otro paraje!
Lo que ya se ha vivido, vivido está sin vuelta.
Olvidar y continuar, desatar el anclaje.
Dejar de lloriquear por cada cruel revuelta,
entregar a los cielos, soltar todo el coraje,
amar en paz mi tiempo, con confianza, y resuelta.
“Mi tiempo” cuando te leo está muy bien aprovechado. Buen detalle tienes al evitar en lo posible los participios en la rima y el eco con el que terminas el segundo cuarteto. Un saludo compañera!!
¡Ah! Eres un purista.
Los participios son una solución, pero no el recurso más elegante.
No te diré que nos los uso, pues lo hago, pero trato de no abusar de ellos.
¡Me gusta como piensas!